Seguramente habrá infinitas posibilidades al momento de
elaborar un flan. Sabemos, por ejemplo, que en Argentina y Uruguay lo rebañan
con dulce de leche, que por otros lares le agregan vainilla o canela. Los hay
de chocolate, de café, con leche condensada. Lo dicho, en cada casa una receta,
sin duda.
La nuestra, apelando a la sencillez de la comida castellana, lleva los ingredientes típicos: huevos ecológicos, leche y azúcar. Bien
mezclados, se vierten en un molde previamente recubierto de azúcar
caramelizado; casero, nada de botes que no sabe igual. Y al horno a Baño
María lentamente hasta lograr que la parte superior llegue a dorarse.
El resultado es un flan fresco, lleno de burbujillas, que es
lo que delata que el flan es casero. Luego al servirlo, despacio, con una
espátula se marca el borde y se desmolda al plato al momento. Con o sin una
borla de nata, como siempre, a gusto del comensal.
La lealtad es una de las cualidades humanas más nobles, y
aquí en Ainoa, somos leales a la tradición que es lo que viene haciendo falta. Ese
es el motivo por el que nuestros clientes pueden saborear a diario un auténtico
flan casero y fresco. Una vez más, sin conservantes ni colorantes. Puro sabor.
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